TEST 9 de Gaetano Vergara

Completa este cuento adaptado de un texto de Rocío Sanz con los verbos 'ser', 'estar', 'haber' o 'tener' en sus formas de imperfecto de indicativo.
Un simple clic encima de "C" para controlar las respuestas.


una vez un cuento descontento.
¿Por qué estaba descontento? Porque vacío.
No nada: ni hadas ni duendes ni dragones ni brujas. Ni siquiera tenía un lobo o un enano. Y mientras tanto, los demás cuentos, ya de todo. Blancanieves tenía siete enanitos para ella sola, Caperucita una capa roja y una cesta llena de rica comida, pero si hasta Alicia tenía un país entero para ella, ¡¡y nada menos que el de las Maravillas!!
Pero nuestro cuento estaba vacío. Así que, ni corto ni perezoso, se fue a ver a las hadas madrinas, pero éstas muy ocupadas.
Luego se fue a ver si conseguía algún dragón, pero estaban todos apartados para los cuentos chinos. Como no manera de encontrar ni hadas, ni dragones, ni duendes ni princesas, se enfadó, y se encerró en su casa. Le daba vergüenza que lo vieran tan vacío, sin nada que contar.
Los demás cuentos se hicieron muy famosos, y contados a todas horas por madres, hermanos, padres, tíos, abuelos, y profesoras. Algunos, de hecho, consiguieron hacerse estrellas de cine, como Pinocho, y su nariz creciente, o Blancanieves, con la malvadísima bruja, que su madrastra. Hasta la humilde Cenicienta consiguió un apuesto príncipe, y tener su propia película.
Los cuentos andaban muy ocupados, viajaban de un país a otro, de un idioma a otro, con sus carrozas y princesas, con sus barcos y piratas, con sus hadas, dragones y ogros. Tan ocupados que se olvidado del cuento vacío, que seguía encerrado en su casa, avergonzado y triste. Y los niños pedían cuentos, y más cuentos. Tantos pidieron, que un buen día, zas! Se acabaron todos.
Se gastado de tanto contarse, de tanto viajar. El mundo se quedó sin cuentos. No ninguno. Ni uno solo. Nada. Cero.
Pero los niños se acordaron de ese cuento vacío y fueron a buscarlo. Él no quería salir. Le daba vergüenza tener todas sus páginas en blanco. Pero los niños, le pusieron luciérnagas y se escribió un cuento mágico.
Le pusieron unas naves espaciales, y se escribió un cuento de aventuras.
Le pusieron un ratón en bicicleta y quedó un cuento gracioso.
Los niños estaban felices poniéndole cosas al cuento vacío, hasta que una niña pequeña dijo:
-**¡Yo no se leer todavía! ¡Vamos a ponerle colores al cuento para que yo lo entienda!
Y el cuento se llenó con todos los colores del arco iris.
Una niña le puso todos los peces del mar y otra lo llenó de alas y de murciélagos. Un niño lo cubrió de minerales preciosos y el cuento brilló. ¡Y otro le puso un marcianito verde y un superpingüino azul!
Y una niña dijo:
-¡A mí me gustaban las princesas que se gastaron en los otros cuentos!
Y los niños del mundo volvieron a inventar a las princesas, a las hadas y a los ogros.
Nuestro cuento ya no descontento. ¡Ya no vacío! el último cuento que quedaba y fue todos los cuentos.
A los niños les gustó el cuento vacío, porque podían ponerle lo que quisieran.